Lorde
Hoy es el cumpleaños de una de nuestras artistas favoritas y además de felicitarla desde aquí, queremos hablaros de “Medodrama”, otro de nuestros álbumes de referencia.
Hace 5 años, Lorde, publicaba su segundo álbum de estudio, desencadenando la ovación del público y de la crítica especializada. Su mérito artístico es aun más significativo si tenemos en cuenta que Lorde grabó este disco con 18 años, consiguiendo uno de los despliegues más catárticos de la historia del pop electrónico.
Más allá de su innegable valor compositivo, de las dotes interpretativas, así como de lo atemporal de su producción, Melodrama deslumbra por el rol que ha desempeñado para sus oyentes hasta la fecha.
Melodrama es un retrato del desamor que excede los límites conceptuales de la propia ruptura, y que como consecuencia de ello, termina por transformarse en una metáfora de todo cuanto supone la evolución emocional que trae consigo la irrupción de la vida adulta.
Este amplísimo abanico emocional construye los pilares que sostienen a Lorde como un icono indistinguible de la generación Z, tanto por la pertenencia de la misma a dicha categoría, como por los escenarios y los contextos a los que evocan sus estrofas.
Melodrama fue, y continúa siendo, la guarida en la que se resguardaron infinidad de adolescentes tardíos ante las inquietudes, los miedos y las ansias de emprender el vuelo hacia las etapas más tempranas de la vida adulta. El último aderezo de cara a este desarrollo identitario.
Melodrama fue la banda sonora que acompañó a esta generación a sus primeros besos, sus primeras relaciones y sus primeros encuentros sexuales; pero también sus primeras rupturas, sus primeras infidelidades y los grandes desengaños que les harían refugiarse en sus versos.
5 años más tarde, puede que haya llegado la hora de asumir que, en el fondo, Lorde no estaba tan equivocada al referirse a ésta como la generación sin amor.
David Bowie tampoco estaba en absoluto errado cuando se refirió a Lorde como “el futuro de la música”, nada más y nada menos.