5 momentos musicales memorables en series

Aunque hoy en día sería impensable lanzar una serie sin poner especial atención a su supervisión musical, hubo una época en la que la música pop simplemente no tenía el papel que tiene hoy en las producciones.

Cualquier buena propuesta de ficción que llega hoy a nuestras pantallas viene con un importante ejercicio de selección musical detrás, alimentado por criterios como el apoyo argumental, la potencia estética o la segmentación demográfica de la serie.

Los supervisores musicales buscan piezas que de manera más o menos obvia refuercen las tramas a nivel de mensaje, sonido o mood (o que las desmonten con estilo e intención).

Además, en la actualidad existe un mercado tan y tan amplio que las series aprovechan cualquier dimensión del formato (música incluida) para crear un producto atractivo. xLos entusiastas de la música damos por sentado poder comentar qué temazos tienen las series que nos gustan y cómo elevan tal escena… pero no siempre fue así.

Hasta finales de los 90, las series (en su mayoría sitcoms) tenían una pieza de introducción más o menos memorable para llamar la atención (como ‘As Days Go By’, la obra maestra que abría Cosas de Casa), pero el acompañamiento musical durante sus capítulos rara vez pasaba de pasajes instrumentales de 5 o 10 segundos que de alguna manera reforzaban al público cómo había que responder a la historia o, simplemente, servían como transición entre tramas. Fueron producciones pioneras como Aquellos Maravillosos Años (1988 - 1993), Sensación de Vivir (1990 - 2000), Urgencias (1994-2009) o Friends (1994 - 2004) las empezaron a curar y ubicar canciones pop en sus escenas para conectar con las audiencias jóvenes y sazonar los momentos intensos que hacían que estas se engancharan. 

La siguiente generación de ficciones, la de Sexo en Nueva York (1998 - 2004), Dawson Crece (1998 - 2003) y Los Soprano (1999 - 2007), afinó todavía más y empezó a darle a la música que vestía sus escenas una importancia mucho más grande: las dos primeras, canalizando las tramas y las personalidades de sus protagonistas con hits de iconos como Aretha Franklin, Bruce Springsteen o Alanis Morrissette; la segunda, apoyando esa cineficación del formato serie con atmósferas más introspectivas con clásicos tipo Rolling Stones y Van Morrison y música más contemporánea como Mazzy Star o Tindersticks. Fue sobre esta época cuando las series empezaron a incluir en su supervisión musical más música diegética, que es la que vive en la historia, la que oyen los personajes, en vez de solo extradiegética, que es la que solo los espectadores escuchamos fuera de la ficción.

The OC (2003 - 2007) sería una de las primeras series mainstream en ir más allá de licenciar canciones famosas como reclamo y alzarse como taste maker al rebuscar en cajones mucho más indies. Esta filosofía nos dejaría inserciones mágicas como ‘Hide And Seek’ de Imogen Heap (que desmenuzamos aquí), ‘Fix You’ de Coldplay y hasta The Killers tocando en el bar que Marissa, Ryan y compañía frecuentaban. Toda una cápsula del tiempo. En The OC, además, esa música aparecía a menudo en el guión cuando alguno de los protagonistas aludía directamente a ella en los diálogos, por lo que el impacto cultural y el taste making no solo venía por cómo vestía una escena, sino también por qué personaje hablaba de ella y, por consecuencia, qué parte del target joven tomaría nota de esa canción para siempre.

Ese híbrido entre música como creadora de moods y como atributo de personaje dominaría el boom de las series de 2004 y 2005, que vio nacer títulos como House, Mujeres Desesperadas, Perdidos y Anatomía de Grey, series que ya podríamos llamar “modernas” con tramas contemporáneas, personajes más profundos y catálogos musicales de primera clase para siempre unidos a ellas. Esa época dorada de las series continuaría los 2 o 3 años posteriores, que dejarían producciones como Gossip Girl (2007 - 2012) y Breaking Bad (2008 - 2013), en las antípodas una de la otra pero cada una de ellas responsables de un repertorio musical tan icónico que hoy en día nos preguntamos si serían la misma serie sin él.

Alrededor de 2008 y 2010 la popularidad de las series se disparó y la aparición de los servicios de streaming no hizo sino llevarlas a más y más gente. El paradigma de servicios como Netflix o Hulu hizo que las plataformas y las productoras obtuvieran muchos más datos de sus usuarios, de sus gustos y de sus hábitos.

Esto significó un mayor ajuste estratégico a la hora de decidir qué contenidos crear para qué sector de la población: al principio solo sabían que un porcentaje determinado de hogares habían visto un capítulo; ahora sabían qué tipo de series veía un usuario, con qué frecuencia y a qué horas, entre otros muchos datos que no queremos ni pensar… ¿como preferencias de banda sonora? Quién sabe.

Aunque hoy son fenómenos globales, series como The Walking Dead, Stranger Things o Juego de Tronos nacen con un segmento demográfico y un target cualitativo más cerrado de lo que creemos. Curiosamente, esta generación actual de series ha vivido un interesante giro hacia las bandas sonoras originales, con figuras como Ramin Djawadi firmando las partituras de la mencionada Juego de Tronos y de Westworld, entre otras.

Pero hemos venido a hablar de música pop en series.

Hoy hay simplemente demasiadas series como para listarlas todas, así que hemos querido seleccionar algunas de nuestras inserciones favoritas por el tono que sientan, el impacto que generan o por cómo visten a personajes o escenas significativas.

No habrá spoilers, así que leed sin miedo: estos son 5 momentos musicales memorables en series.

Succession

Tema principal - Nicholas Britell

Empezamos saltándonos nuestro propio filtro, ya que se compuso especialmente para la serie, pero es que lo merece. El sonido de una serie empieza por cómo se presenta y cómo capta nuestra atención y el tema principal de Succession es una de esas intros simplemente perfectas. 

Perfectas hasta el punto que uno de nuestros colaboradores adivinó de qué iba la serie sin haberla visto: le compartimos la lista y al escuchar la intro acertó a detectar el mood intenso, las “sombras”, el “peso del poder” y “la manipulación en el pianito”.

Buen enfoque: el tema principal de Succession es un beat grueso e intenso, caracterizado por su uso de bajo 808, conjunto de cuerdas y piano en el que cada capa describe sónicamente una dimensión de la serie.

Para nosotros, la potencia del beat describe la escenografía del poder y la mano dura de la dinastía Roy, sus protagonistas, dueños de un imperio mediático que se enfrenta a un cambio de guardia importante.

Se trata de una familia disfuncional en la que cada personaje tiene sus propios atributos, lealtades y ambiciones, lo que genera unas tensiones y trifulcas que Nicholas Britell, el compositor del tema, traduce en esas cuerdas dramáticas que aparecen y desaparecen, serpentean y sacuden los cimientos del imperio.

Esa ya icónica línea de piano disonante se viene abajo como si el techo de poder de los Roy se fuera cayendo a pedacitos… o como si los hilos con los que manejan el status quo fueran poco a poco cortados. Las élites ultra ricas y poderosas como la familia Roy no se llevan bien con el cambio y el tema principal de Succession describe muy bien esa tensión.

Euphoria

‘Work’ - Charlotte Day Wilson

Hablando de tastemakers, no podíamos dejar fuera Euphoria. Este drama adolescente moderno ha dado con la tecla a la hora de adaptar un formato más que clásico a los nuevos tiempos.

¿Cómo lo ha hecho? Fácil: ha encajado los clichés que todo teen drama necesita a las corrientes de pensamiento, emociones y tendencias que exploran y siguen los jóvenes hoy mejor que nadie. Y sí, esto incluye la estética: si no lo hace por sus tramas sobre género, salud mental y drogas, Euphoria pasará a la historia como una de las series con mejor dirección de arte de la historia reciente.

Su cinematografía, su diseño de producción y, cómo no, su selección musical, funcionan tan bien juntas que no tiene sentido separarlas.

Hoy rescatamos ‘Work’ de Charlotte Day Wilson, que mece la escena en la que Jules se escribe con Nate en uno de los primeros episodios de la serie. Publicada en su EP CDW de 2016, encontró una nueva vida en Euphoria gracias a su R&B lento y contemporáneo y a su mensaje claramente dirigido a alguien amado, pero pronunciado hacia dentro.

La balada de Wilson describe como una narradora tiene claro el acercamiento, pero es consciente (o presa) de sus inseguridades, por lo que al mismo tiempo sabe que ‘costará algo de trabajo’.

Ese miedo al paso en falso y ese sonido contenido son la clave en esa escena de texting adolescente, que además consigue integrar el tópico de que “los jóvenes están enganchados al móvil” con una sensibilidad brutal.



Big Little Lies

‘September Song’ - Agnes Obel + ‘You Can’t Always Get What You Want’ - Ituana


Nos movemos a territorios un poco más oscuros con Big Little Lies, la serie dramática protagonizada por Nicole Kidman y Reese Witherspoon que sigue las vidas, aventuras y desventuras de cinco mujeres y sus familias en la zona rica de Monterey, California.

Cuando una de ellas, madre soltera de clase trabajadora, se muda a la zona con su hijo, descubre que los ricos también lloran y que no es oro todo lo que reluce. Esa vida privilegiada esconde tensiones familiares, románticas y profesionales que se van acumulando detrás del buenismo y del postureo generalizado en entornos como los colegios de sus hijos o las galas y las fiestas a las que acuden.

Esa tensión llega a un punto álgido al final de la primera temporada, cuando justamente en una de esas galas una de las protagonistas revela un secreto demoledor sobre un tercer personaje que termina en pelea y muerte.

Se mutea el audio de la serie y entra ‘September Song’ de Agnes Obel, que con su piano a ritmo atresillado transmite la metamorfosis del momento: arpegios que se tropiezan consigo mismos para describir la emoción y el caos de la escena y sus consecuencias. ‘September Song’ nos lleva entonces hasta la playa donde, pasada la tormenta, las protagonistas se relajan con sus familias mientras la música da paso a ‘You Can’t Always Get What You Want’ de los Rolling Stones versionada de forma dulce y reflexiva por Ituana.

Como dice la canción, puede que la resolución no sea la que querían las protagonistas, pero probablemente sí sea la que necesitaban.


Mad Men

‘Tomorrow Never Knows’ - The Beatles


La serie de AMC narra la vida de Don Draper, el exitoso director creativo de una agencia de publicidad en el Manhattan de los 60.

La trama transcurre desde 1960 a 1970 a través de 7 temporadas en las que Don, su familia y su entorno profesional viven de primera mano el cambio cultural que se está gestando en el mundo.

Don es un tipo clásico, chapado a la antigua, que desarrolla a la vez papeles de marido y padre perfecto, duro ejecutivo machista y womanizer.

A medida que avanza la trama, descubrimos su auténtica historia y cómo su figura poderosa y privilegiada reacciona al cambio que significó la década de los 60: la contracultura, el pacifismo, el feminismo y los nuevos hábitos y tendencias se mueven tan rápido que parece que comienzan a dejar a Don atrás.

Una de las escenas que mejor visibiliza esa evolución es cuando alguien importante para él le recomienda Revolver, de los Beatles… y no precisamente las poperas ‘Taxman’ ni ‘Eleanor Rigby’. Don accede dar una oportunidad al cambio y una noche al llegar a su pisazo en Manhattan decide escuchar la recomendación: ‘Tomorrow Never Knows’, la tormenta psicodélica que cierra el disco más experimental de los de Liverpool.

La canción acompaña a Don mientras se afloja la corbata y decora un montaje que nos muestra cómo esa transformación cultural empieza a afectar también a otros personajes de la serie. El redoble de batería y las caóticas melodías de la canción resultan calentar la cabeza a Don, que a los dos minutos se cansa y se levanta a parar el tocadiscos.

El cambio no es para él, parece pensar. Sin embargo, no es algo que Don pueda elegir: según la imagen se funde a negro y entran los créditos, ‘Tomorrow Never Knows’ reanuda su electrizante marcha alucinógena como confirmando que, queramos o no, el mundo va a seguir cambiando con nosotros o sin nosotros.

Antes que Euphoria vino Sense8, cuya cancelación después de solo dos temporadas será uno de los patinazos más graves en la historia de Netflix.

Puede que naciera antes de su momento, pero la producción creada, escrita y dirigida por las hermanas Lana y Lilly Wachowski vivió lo justo para convertirse en un fenómeno nicho hace ya 8 años, que en series y en música son como 20.

Sense8 es un drama de ciencia ficción que explica cómo un día 8 personas de diferentes partes del mundo que no se conocen adquieren una conexión mental y emocional que les permite compartir conocimiento, habilidades y consciencia.

La serie destacó en 2015 por su elenco inclusivo de personajes, que incluía desde un conductor de autobús en Nairobi a una hacker trans o una heredera millonaria coreana. Sus temáticas de identidad y empatía son la espina dorsal de la serie y alcanzan una energía especial con ‘What’s Up?’ de 4 Non Blondes, todo un himno pop rock noventero de unidad y rebelión con el que los 8 protagonistas celebran esa conexión emocional y plantan cara a la némesis que empieza a amenazarlos.

Por si esto no fuera suficiente, hay otra capa de significado en el uso del hit de 4 Non Blondes: lo real de que sus protagonistas la canten a destiempo y absolutamente desafinada, como nos pasaría a cualquiera de nosotros. A veces la emoción llega donde la afinación se queda corta.

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