Chet Baker, lírica y melancolía

La historia de Chet Baker está dominada por el claroscuro.

Empieza con un niño nacido en el seno de una familia musical, de la que heredaría un talento natural que lo llevaría a debutar con nombres establecidos del mundo del jazz como Charlie Parker o Gerry Mulligan.

Su enfoque lírico y contenido pronto lo convertiría en referente de la escena cool: ese tipo de jazz suave, reposado y enfocado a la expresión. A la vez que giraba y grababa álbumes, Baker iría sucumbiendo a sus adicciones, que afectarían para siempre su salud física y mental, así como sus relaciones personales y profesionales hasta el punto de pausar durante años su carrera musical.

Regresaría a los estudios y a los escenarios en los años 70, aventurándose en sonidos y colaboraciones algo más experimentales que lo llevarían a disfrutar de una segunda oleada de popularidad que duraría unos 15 años.

La oscuridad terminó por conquistar su luz en 1988, pero su música, el sonido Chet Baker, quedaría inmortalizada para siempre en estilo de trompeta y voz de seda que escuchas hoy, 6 décadas después, y puedes reconocer al instante.

Nacido en Oklahoma pero formado en California, Baker desarrolló su talento musical primero como vocalista y más tarde como trompetista.

Inspirado por gente como Bing Crosby o Dizzy Gillespie, pronto se convirtió en una de las promesas del west coast jazz de los 50, por su imagen, que rompía con la hipermasculinidad de los crooners; y por su estilo musical tierno y delicado, escapista del virtuosismo.
Debutó con gente como Charlie Parker, pero fue alejándose del vigor del bebop para ocupar un lugar melódico y delicado dentro del cool jazz.


Baker tocaba como cantaba: suave, frágil, poético y melancólico, tan amante de las notas que proyectaba como de las que se reservaba.

Aunque escribió música original, fue su sensibilidad para interpretar estándares del jazz la que consolidó ese sonido tan identificable.

My Funny Valentine

But Not For Me

Little Girl Blue

I Fall In Love Too Easily

Everything Happens To Me

Su estilo sedoso y sosegado resuena desde entonces en la obra de nombres tan icónicos y dispares como João Gilberto, Elvis Costello, Sting, Norah Jones o Lana del Rey.

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